La espera "motivo de alegría"

Adviento (Primer domingo)   •  Sermon  •  Submitted
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Jeremías 33.14–16 RVR60
He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.

Introducción al tiempo de adviento

“Ya pero todavia no” (Experiencia de Diego)
Viene del latín Advientus que significa la primera visita oficial de un personaje importante con motivo de su llegada al poder o la toma de posesión del cargo.
Viene del latín Advientus que significa la primera visita oficial de un personaje importante con motivo de su llegada al poder o la toma de posesión del cargo.
En cuento a lo religioso se trataba de la visita de la divinidad al templo, anual, para visitar a sus fieles.
Por lo tanto en su significado original estamos hablando de una llegada, quien viene, una presencia.
En todo nuestro ámbito, podemos hablar de o decir que adviento es la venida del Señor, su llegada, su presencia.
Por lo tanto, con la palabra adviento se podía decir, sustancialmente, que Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. No lo podemos ver, ni lo podemos tocar pero su presencia está aquí de diversas maneras. Viene a visitarnos de muchas maneras..
Esa visita, en este caso, de Dios que quiere entrar en nuestras vidas y quiere dirigirse a nosotros.
Disfrutar del Adviento es saber que Dios viene a nuestro mundo, a nosotros, a que se hace hombre en Jesucristo.
Luego es una llamada a la humanidad para recibir esa visita de Jesús que viene a nuestro encuentro y que nos moviliza para celebrar la navidad saliendo a su encuentro.
Lo que hace interesante la espera es que el que viene es el que ya vino. Es la doble presencia-llegada- del Señor lo que reflejan los prefacios de Adviento. Una en la vida de Jesús y otra definitiva en su gloria.
Por lo tanto, el adviento es lo que ya ocurrió y lo que nos orienta a la espera de la última visitación, donde se actualiza la primera y se anticipa la segunda.
En ello estriban la doble dimensión de la espera:

Navidad y Parusía

El adviento las tiene que poner juntas porque es imposible separarlas.
Es por eso que estamos a la espera de lo eterno y definitivo.
Desde aquí se nos invita a reorientar nuestras vidas en nuestra situación de tiempo medio. Estamos en el “ya, pero todavía”.
Lo que refleja el caracter provisional de nuestro mundo y nuestra condición de peregrinos (esto es el adviento). No olvidar que estamos a la espera y fundamento de nuestra esperanza, la venida de nuestro Señor, es decir la Plenitud de nuestros tiempos, ya iniciada en el nacimiento de nuestro Salvador.
Adviento nos invita a esperar la llegada definitiva de los tiempos y a prepararnos para su venida al nacer en Belén con el gozo de saber que él viene permanente a nuestros corazones.
¿Qué es lo que implica Adviento?
Es el tiempo en que los cristianos profundizamos la perspectiva escatologica de la vida, a la vez que prepara a la Iglesia para la venida histórica del Redentor, celebrada en cada Navidad.
Es por eso que que el primer aspecto que estaremos tratando es el llamado a vivir vigilantes y a prepararse siempre, se destaca más en los primeros días de Adviento. Estamos en tiempos de esperanza y alegría cristiana.

¿Cómo esperamos al Señor?

Estamos invitándole a esperarlo con alegría, ya que viene el Señor, Jesús, que es el Mesías y el Salvador de la humanidad. Es una espera alegre porque el Señor viene a salvarnos y colmarnos de su presencia.
Aquel anuncio profético se hizo desbordante en tiempos mesiánicos.
El evangelio nos invita a la alegría y las pistas las descubrimos entre los textos:
Lucas 1.28 RVR60
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Lucas 1.27 RVR60
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Lucas 1.28 RVR60
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Lucas 1.29 RVR60
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
L
Lucas 1.
Salve es literalmente “alégrate”, que en griego es un saludo de uso común.
Lucas 1.41 RVR60
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,
Ese salto es de alegría cuando Elisabet oyó la salutación.
La experiencia de María fue:
Lucas 1.47 RVR60
Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Para llegar a experimentar este gozo interior es necesario obrar una conversión muy profunda y necesaria: salir de la tristeza, del aislamiento para dejar lugar a la alegría que viene de Dios.
En efecto, “el gran riesgo del mundo actual, con sus múltiples y abrumadoras ofertas de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada.
Cuando la vida interior se clausura en sus propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no se escucha a los demás, ya no se comparte con los demás, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien, también corremos ese riesgo, cierto y permanente.
Esperar un familiar, provoca alegría, espera y preparación = preparar nuestros cuartos oscuros.
Es por ello que estas lecturas de Adviento nos presentan la Alegre Noticia del Evangelio, pues la alegre noticia del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.
Quien deja que Jesús nazca en su corazón aleja la tristeza, el pecado, el vacío interior, porque con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.
Entonces, celebramos una feliz Espera, no es una pasiva, sino activa.

No olvidar que estamos en la espera

Dios promete lo cumplido, su responsabilidad y fidelidad para nosotros es grande. “Llegarán días en que yo cumpliré la promesa”. Estas palabras son dichas por el profeta posbiblemente antes de la caída y destrucción de Jerusalén.
Es decir, en medio de una situación de crisis y de descomposición social donde parece que todo se pierde, incluso la relación con Dios. Ante esto está la Palabra de Dios por medio del profeta para anunciar la futura reconstrucción, el cumplimiento de la promesa. Entonces, nuestra espera, se trata de una esperanza, de una alegría que se asienta en la Palabra de Dios.
Estamos llamados a esperar con amor mutuo y progresar en el camino de la santidad, buscando siempre agradar a Dios.
Lucas 21.25–28 RVR60
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
Lucas 21.25-28
Lucas 21.34–36 RVR60
Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Estamos ante el fin del mundo. Esta consideración no nos asusta porque serán aquellos astros (sol, luna, estrellas) que Dios colocó para regir los tiempos, desde el Génesis, nos darán las señales del fin.
Estas señales dividen a la gente, unos que piensan,que esto es una angustia, pánico, miedo, etc. y para otros, este cuadro es conmoción cósmica, es el marco del anuncio de la llegada del Hijo del Hombre “lleno de poder y gloria”.
Antes de todo esto debemos tener ánimo y levantar la cabeza. Levantar la cabeza revela la esperanza en la que nos sostenemos. Mientras muchos son invitados al pánico, yo te invito a la confianza, a tener ánimo porque la venida del Señor trae liberación.
Levantemos la cabeza más allá de lo cotidiano, de lo inmediato, que muchas veces nos prisiona, quitandole sentido a la vida.

Para ello hay que ser vigilante.

NO celebramos una fiesta vacanal - no son las felices fiestas - celebramos Navidad.
Lucas 21.34–36 RVR60
Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Lucas 21.25–28 RVR60
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
Que nuestro corazón no se vuelva pesado o cargado. Es que no celebramos una fiesta para embriagarnos sino para prepararnos. Los afanes de esta vida pueden ahogar la palabra de Dios en nuestras vidas. Ya Jesús advirtió de esto en la parábola del sembrador. No dejemos que los espinos ahoguen la Palabra de Dios.
Lucas 8.14 RVR60
La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
Lucas 18.14 RVR60
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Lucas
No se distraigan, no se dejen engañar porque estaremos muy entretenidos y no prestaremos atención y las consecuencias será que el día de la venida del Señor nos tomará por sorpresa, sin estar esperándolo debidamente.
Por lo tanto, nuestra actitud es una atenta y vigilante, fruto de la oración y la súplica.
Dios habrá de cumplir, pero ¿y tú? ¿Estás dispuesto a esperar?
Esperamos el Adviento. La principal dificultad está en que el hombre posmoderno vive en lo inmediato y se conforma con ello. Su horizonte se queda en un viernes negro, que solo ve el consumo, sin distinción de clases. En unos el consumismo de hecho y en otros es solo un consumismo de deseo.
No podemos perder el sentido de lo eterno. ¿Si se trata de un asunto de felicidad, donde es que la encuentro? ¿o dónde es que la buscamos? ¿Está en lo que tengo o está en lo que creo? ¿Está en lo que viví o está en lo que espero?
Volvamos a la alegría verdadera. Diego espera un regalo, pero ya le he dicho que quien se lo trae es Jesús. En esa expresión metafófica en la que dirijo a mi hijo es a la que debemos llegar todos. Si te has envuelto en este mundo de consumismo, hoy está a tiempo de volver a la verdadera alegría.
Esa alegría viene solo de Dios. El adviento es esa presencia eterna de Dios en nuestras vidas.

Complimiento de la Profecía

Isaías 7.14 RVR60
Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Si algo distingue la acción de Dios son sus promesas redentoras, la paciencia y la protección a su pueblo.
Isaías 7.16–17 RVR60
Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada. Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria.
NO es cualquier anuncio. Es el nacimiento que tendrá lugar a través de una mujer, es decir, no cualquier mujer, sino en una virgen. Representando así un signo del poder de Dios. Es un anuncio que trasciende los pensamientos y la razón misma. Es un anuncio que se espera con portentos y milagros.
Dios siempre cumple sus promesas porque es fiel en sí mismo.
¿Confiamos en los anuncios de Dios? ¿Nos atrevemos a esperar su promesa de protección y salvación? ¿Tengo fe en esa palabra prometida, hecha carne, el Cristo?

Nacerá en Belén - no hay lugar ignorado para Dios

Se acerca el momento sagrado.
¿Cómo vendrá? ¿Quién lo acogerá?
Que bueno que la cuna no hace al líder. No depende del lugar el que las promesas de Dios se cumplan. Las promesas se habrán de cumplir no importa el lugar.
Despreciado por las fariseos.
Juan 7.14 RVR60
Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.
Juan 7.41 RVR60
Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
Juan
Natanael decía:
Juan 1.46 RVR60
Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
Juan 1.
Entonces, el lugar es Belén, no reconocida como una gran ciudad.
Miqueas 5.2 RVR60
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
La gente juzgo el lugar desde lo que vieron. Para la gente sigue siendo importante quien anuncia y no el anunciado. Es un acto del Dios que obra sin protagonismos, mas bien a oscuras, en lo secreto, sin hacer alardes de usar lo que es suyo como poder.
Es un anuncio sin palabras. Jesús, ese Emanuel, nos habla sin decir una palabra. Nos revela que es grande porque es capaz de ir a un lugar pequeño.
Lucas 2.7 RVR60
Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Lucas 1.7 RVR60
Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
¿Habrá lugar? El anuncio es que nacerá pero, ¿habrá lugar?
Juan 1.11 RVR60
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Hay quienes son capaz de no recibirle. En esas palabras de Juan sigue el eco de aquel lugar del pesebre. No hay lugar para algunos.
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